En 1966, en la Universidad de Medellín surgió una huelga generada por atropellos administrativos y por el bajo nivel académico reinante. El epicentro estuvo localizado en la Facultad de Derecho, cuyo decano era el Dr. Federico Estrada Vélez.
El retiro del rector, Juan Peláez Sierra, era condición sine qua non, para levantar el paro. Pero este directivo vio la solución en la expulsión fulminante de estudiantes y de algunos profesores comprometidos o simplemente solidarios con el movimiento.
Un grupo de educadores, de la misma Universidad de Medellín, entre ellos los doctores Gilberto Martínez Rave, Jaime Sierra García, Juan Antonio Murillo Villada y Guido Lalinde, renunciaron a sus cátedras por no estar de acuerdo con el tratamiento que las directivas daban al problema. Estudiantes de la época solicitaron que les siguieran dictando las clases por fuera de la universidad, lo que se intentó hacer en el Palacio Nacional. Y esto maduró aún más la idea sobre la necesidad de crear una universidad.
Estudiantes y profesores, provenientes de la Universidad de Medellín y de la Universidad de Antioquia (estos últimos a raíz del movimiento contra la Ordenanza 36 de 1966, que disponía que los estudiantes, seis meses después de terminar la carrera empezaran a reintegrar por cuotas lo que la Universidad había invertido en ellos) buscaban solución a su problema: no eran admitidos en ningún otro centro de enseñanza superior.
Esta coyuntura fue propicia para poner en marcha, entonces, aquella idea de una universidad "nueva y distinta", que se venía fermentando en ciertos estudiantes y profesores, con prudente antelación a los hechos referidos.
En consecuencia, esta universidad no se debe a un simple hecho espontáneo, ni aislado, ni a causas eminentemente políticas, sino que surge como efecto de un movimiento conjunto de profesores y estudiantes, sustentado en la inconformidad con el manejo de la educación superior en nuestro país, que rodea de poderes absolutos a una persona y cierra las puertas al diálogo con los genuinos estamentos de la universidad.
Hubo varias reuniones preliminares. Una de ellas se efectuó en el apartamento del Dr. Jairo Gracia, el cual estaba ubicado en el último piso del Edificio Escobar (Bolívar con Bolivia). Asistieron cerca de 30 personas y fueron comisionados allí los doctores Gilberto Martínez Rave y Ramón Emilio Arcila Hurtado, para coordinar el campo profesoral y el campo estudiantil, respectivamente.
El 16 de septiembre de 1966, en horas de la noche, se suscribió el Acta de Fundación, en un acto especial realizado en una casona situada en el No. 55-50, de la Calle Colombia de esta ciudad.
La Autónoma Latinoamericana es, pues, fruto de las más sentidas reivindicaciones del movimiento estudiantil y profesoral de Antioquia y demuestra, claramente, que en la inquietud de una raza pujante como la nuestra, los esfuerzos aunados no sólo generan bienes de capital, sino también fuerza intelectual con miras a un futuro más rico en justicia y en cultura.
Los suscriptores del Acta de Fundación, 65 profesores y 173 estudiantes, querían una universidad que fuese abanico de ideas y credos, de puertas francas a todo color y que se comprometiera con el desarrollo estructural de Colombia y Latinoamérica.
El Acta de Fundación fue redactada por el doctor Héctor Abad Gómez y aprobada posteriormente por el Consejo de Dirección y la Sala de Fundadores
En 1970, el Ministerio de Educación Nacional reconoce a UNAULA como Universidad a través del Decreto 1259-27